> Por Biciman.©
El viejo cacique miró el paisaje con atención, entrecerrando los ojos, buscando con detalle algo distinto en la vista de aquel campo infinito. Siguió observando, sin voltear la cabeza, cuando habló: -Vos qué me decís Ludmilo, ves algo que yo no veo? Ves eso que ven los porteños cuando hablan del paro del campo? Vos creés que ellos piensan que acá las vacas ya no se ordeñan, que las ovejas no pastan o que el trigo no crece? Los jefecitos salen a cortar rutas pero acá nos quedamos los indios pa darle de comer a los pollos y regar los yuyos. Canejo si les importa a todos ellos lo que nos pasa! Se siguen rasgando los pantalones que alguna vez tuvieron los bolsillos llenos y de tantos aujeros que les hicieron ahora los billetes se les metieron en el culo, bien gordos que los tienen!. El sol caía y las sombras de los dos jinetes se alargaban como mástiles negros yaciendo sobre la llanura. -Quédese tranquilo Don Patoruzú, que no pasa nada con esa gente, usté sabe cómo es eso, hoy están mañana se van, y nos quedamos los indios pa molestar... Ludmilo esperó una sonrisa del cacique por sus dichos, pero al viejo se le arrugó aún más el entreceño y esta vez gritó. -Sabandijas de mierda todos ellos! Ahijunas timadores de poca monta! Gritan como gallos pero no son más que un montón de gallinas cacareando espantadas! - El cacique tosió fuerte varias veces hasta quedar quieto y en silencio doblado sobre la montura con su cabeza gacha y los brazos colgando a los costados. -Vamonos pa las casas Don, que ya se viene la nochecita- dijo Ludmilo, -acuerdese que hoy viene el dotor pa verlo al Upa a ver si le arreglan esa panza de una vez por todas-. -Esa panza tiene cáncer y eso no lo arregla ni Jesucristo... El viejo dijo esto y arrió con sus pocas fuerzas el caballo en dirección a la ruta. Con ochenta años al indio le parecía que cada noche se le venía encima y lo empujaba un poco más hacia el suelo, por eso decía que ultimamente en todos sus sueños se caía. Faltaban pocos metros para el cruce cuando el cacique volvió a hablar, pero esta vez murmurando: -Ya se nos fue la Chacha y ahora el Upa... No está bien que mi hermano menor muera antes que yo... Ludmilo detuvo su caballo como para decir algo pero el viejo siguió despacio y cansado hacia la ruta. Para cruzarla no era necesario mirar, el débil silencio del campo roto por el ruido de un motor no era difícil de identificar. Pero en medio del corto trayecto entre una banquina y otra, ahí donde el asfalto se hace doble con sus líneas amarillas, quizás por su marcha torpe y cansina, o por algún bache mal arreglado, o porque la noche le caía encima, el caballo del indio Patoruzú trastabilló y una de sus patas se dobló extrañamente hacia afuera y luego bruscamente hacia adentro lo que hizo que perdiera el equilibrio y vertiginosamente cayera sobre uno de sus lados, como si se tumbara después de un disparo. La pierna izquierda del viejo quedó atrapada bajo el lomo del animal que pesadamente trató de reincorporarse pero el fuerte dolor de sus patas se lo impidió. Ludmilo bajó raudamente de su caballo y corrió a socorrer al cacique, y cuando apenas se percataba de la gravedad del accidente al no lograr que el animal se moviera, un rugido de león enfurecido se escuchó y se sufrió en medio del campo adormecido. Era el motor de un camión que apenas se veía pero ya se sentía y entonces Ludmilo gritó:- Agarrese fuerte de mis brazos Don que lo voy a sacar de ahí abajo! - Pero el indio casi desmayado sobre el asfalto sólo balbuceó algo en un desliz delirante: -Viejo amigo Pampero- dijo sollozando -te enterré hace tanto que ya ni me acuerdo de tu olor...- El camionero vio las sombras desde lejos y fue adivinando las figuras y a medida que se acercaba fue sacando lentamente el pie del embrague que tenía a medio apoyar y mientras con su mano izquierda abría la ventanilla con la derecha tocaba repetidamente la bocina y con su otro pie hundía el acelerador y con su gran boca pastosa de tantas horas sin hablar comenzó a gritar: - A mi me vas a cortar la ruta indio de mierda puto come gatos piojoso mirá como te la vas a tragar mirame bien la chapa puto que después me la vas tener que limpiaaar!!
("El campo culpa a Moyano", Clarín, 24 de Marzo de 2008).
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