El destino del guerrero

> Por Biciman.©

La llevamos bastante bien, ¿no? Ya no la cago tanto. Ya no las miro tanto. No me les enamoro así nomás. ¿Y ese era el embudo del dilema? Era uno más. Tengo una lista. Pero me la quepo en el bolsillo. No quiero agitar las urnas. Si vamos a votar por algo, decidamos qué decir. Siempre hay que decir algo. Que estuvimos en la guerra. ¿Qué guerra? La de tu hermana la perra, ¿lo qué te importa? Loco ando más loco que nunca. Más muerto. Pero la peleo más. Si ya tengo donde caer muerto, ¿lo qué me importa lo demás? La luz de Sueiro está al final de un solo camino. El de la paz si vas silbando, el de la guerra si lo tranqueás. Pero ya no la cagamos tanto. Ya no tanto demonio mío. Ahora la llevamos en carretilla. Hay que musculizar la espalda, el eje de todos los sentidos. Hay que ladear el tiempo para medirle la vuelta. Hay que callarse las roscas para mirar. Siempre hay un detalle que ilumina. Y esa es luz nueva. Es luz que veo, in the spectacular now. La otra está siempre prendida. Prendida de las piernas, de los hombros, de la nuca. Por eso hay que ejercitar, para bancarse el peso sin perder la gula. Quiero la última luz de frente, con los brazos fuertes para abrazarla como una almohada y apagarla yo mismo. Es el destino del guerrero, caer parado y ganar la siesta, después de los pasos perdidos. Y vamos juntos mi leviatán. En medio de la trifulca lo digo. Brindando lo digo. Esa es mi forma. Desato vertebras con disciplina, me choco espejos con bastante soltura, y brindo con todos mis miedos por los cien infiernos que vamos a visitar, antes que el diablo sepa que estamos muertos.