lunes, 3 de julio de 2017

Presentismo

> Por Biciman.©   

Es lo obvio en mí. Parar todo salvo respirar. Disolver el mundo con un apretón de párpados. Sus párpados. Debo tener un gen, o cromosoma o como sea, que si lo busco subjetivamente le encuentro su nombre científico parecido a su nombre. Un cannabinoides, un receptor preparado, un síntoma latente, un enchufe hembra cenicienta en el que sólo entra ella. ¿Edípico? Puede ser. La madre de todos los besos. El seno de la felicidad. El refriegue de los sentidos, el repliegue de la razón. Loco de amor. Muerto de amor. Porque tanta necesidad mata. Mata mis otras cosas. Corta mi electricidad con una bomba atómica. No hay resistencia, se me parte el caparazón. Y está mal, claro que está mal. Entregarse así. La dignidad, el cuerpo, el futuro, la ética de lo propio, la compresión de lo ajeno, de la energía transitoria. Rebelde el que no se entrega. Guerrero el que no abandona. Tal vez la estrategia sea que no haya estrategia. Que sea ensayo en vez de guerra. ¿Por qué hacer un Everest de un paseo por las nubes? Yo quiero ir y volver, de donde sea. Sólo de la muerte no se vuelve. De ella se vuelve. Se vuelve de lo obvio. Porque lo obvio se lleva como una deformidad inoperable, algo que ya estaba ahí antes de que ella apareciera. Y me descubriera. El agujero en la sien. Mínimo, invisible al resto de los ojos. Parar todo salvo sus ojos. Que me ven otro. Con ella soy otro. Un cuerpo extraño. Que gusta y asusta. Y la quiero y no me quiero. Porque no quiero dejar de ser lo que soy sin ella. ¿Cómo obviar lo obvio? Hacerlo parte sin ser parte. Partir el todo en muchos todos. Potenciar el antes y después, mientras estoy con ella. Tal vez deba estar más solo cuando estoy con ella. Estar solo y con ella. Pensar que ella no está ahí. Porque es obvio que está ahí. Porque ella es lo obvio. Tan obvio que ya ni lo pienso.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Felices los ojos que lo leen Don Bici, gracias por todo.
Saludos desde Montevideo,
L.

Contratar a Julian Serrano dijo...

Muy buenas palabras dedicadas a esa ella de cada uno, que siempre esta allí, desdibujada, yendo y viniendo.