Mon amour, qué raro esto de extrañar las playas que nunca caminamos. Supongo que la imaginación tiene su propia memoria, tan idealista como adiposa. Porque alimenta imágenes con presunciones, que la mayoría de las veces sobran. Y todo lo que sobra tiende a pesar. Creo que tengo un falso meteorólogo dentro de mi ego, que me atormenta con soles que nunca llegan. Y no es que me sienta sapo de otro pozo en mi atmósfera pluvial, es que ya rompí cien paraguas y ahora me empapo con tristezas ajenas. Y con las gripes que me catarro espanto a estornudazos a las chicas de mi puerta, que siempre se reportan con algo para secar. Y siempre hay algo en las formas de estas sujetas, un ojo esmeralda que titila, un pómulo que salta y resalta, un labio inferior que se estira y se quiebra como un bandoneón; siempre hay algo, digo, que me recuerda, la entramada guapura de tu cara. Y cuando abren su caixa de língua para soltar palabra, casi que no sueltan nada, o sale siempre lo mismo, o yo entro siempre lo mismo, que es lo mismo que casi nada. ¿Puede mi cabezal accionar tan fallido? ¿Puede encontrar en todos los ruidos la misma tonada? Debe ser que mi armonía está desacoplada, que hay un eco que mi memoria plagia, un silencio femenino que no paro de escuchar cuando las otras hablan. Ellas me regalan olas que nunca tocarán las playas, porque mil holas no pueden borrar un chau.
viernes, 28 de febrero de 2014
Mil holas
Mon amour, qué raro esto de extrañar las playas que nunca caminamos. Supongo que la imaginación tiene su propia memoria, tan idealista como adiposa. Porque alimenta imágenes con presunciones, que la mayoría de las veces sobran. Y todo lo que sobra tiende a pesar. Creo que tengo un falso meteorólogo dentro de mi ego, que me atormenta con soles que nunca llegan. Y no es que me sienta sapo de otro pozo en mi atmósfera pluvial, es que ya rompí cien paraguas y ahora me empapo con tristezas ajenas. Y con las gripes que me catarro espanto a estornudazos a las chicas de mi puerta, que siempre se reportan con algo para secar. Y siempre hay algo en las formas de estas sujetas, un ojo esmeralda que titila, un pómulo que salta y resalta, un labio inferior que se estira y se quiebra como un bandoneón; siempre hay algo, digo, que me recuerda, la entramada guapura de tu cara. Y cuando abren su caixa de língua para soltar palabra, casi que no sueltan nada, o sale siempre lo mismo, o yo entro siempre lo mismo, que es lo mismo que casi nada. ¿Puede mi cabezal accionar tan fallido? ¿Puede encontrar en todos los ruidos la misma tonada? Debe ser que mi armonía está desacoplada, que hay un eco que mi memoria plagia, un silencio femenino que no paro de escuchar cuando las otras hablan. Ellas me regalan olas que nunca tocarán las playas, porque mil holas no pueden borrar un chau.
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4 comentarios:
Que hermoso...
"...mil holas no pueden borrar un chau..."
Gracias Biciman!
Me encantó. Gracias.
Tom
Wow eso si esexpresión me identifico con mucho de lo que dice gracias por decir lo que muchos sentimos y nosabemos o no queremos decir
Y de qué sirve decir «bailemos», si en realidad no estamos alegres. Y de qué sirve decir «morirse es una desgracia», si en realidad habría que haber vivido para tener verdaderamente algo que perder. Los enfermos, del alma tanto como del cuerpo, no nos dejarán, vampiros que son, mientras que no hayan conseguido contagiarnos su neurosis, su angustia, su querida castración, su resentimiento contra la vida, su inmundo contagio. Todo es cuestión de sangre. No es fácil ser un hombre libre: huir de la peste, organizar encuentros, aumentar la capacidad de actuación, afectarse de alegría, multiplicar los afectos que expresan o desarrollan un máximo de afirmación.
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