> Por Oliverio Girondo. [Extracto]
Que se abran las esclusas del reprimido llanto y lloremos, a gritos estentóreos, salvajes, el mentón tembloroso, sin compás, ni guitarra, las mejillas chorreantes, los párpados acuosos. Lloremos por las uñas, por los pies, por los dientes, lacios chorros tranquilos de lágrimas salobres, murmurantes arroyos que enternezcan las piedras, cataratas de llanto de estruendosos modales. Lloremos y lloremos, impudorosamente, sin tregua, ni descanso, durante largos años, por más que estalactitas de lágrimas espesas ericen las riberas de nuestros lagrimales. Lloremos, con la lluvia, un llanto monocorde que anegue la codicia, el pasto, las heridas; nos limpie la garganta, el alma, los bolsillos, traspase la tristeza, la angustia, la memoria.
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