martes, 20 de marzo de 2018

Teströl és lélekröl [2017]



La nieve cae. La tierra es ahora una alfombra blanca por la que caminan dos ciervos, envueltos en árboles muertos, bruma y soledad. Se observan a lo lejos. Caminan, se encuentran, se sienten. Hablan, él con su cuerpo, ella con sus ojos. Él la abraza; ella camina, huyendo. La pureza animal, escondida en el bosque, lejos del hacer humano, única y sola, se desenvuelve bajo un lúgubre cielo. Es la imagen perfecta de un sueño, de aquella totalidad intangible y mutable, gracias a la cual nuestra realidad se nutre, pero que es un breve reflejo, una simple copia de nosotros mismos. La realidad que plantea la directora húngara Ildikó Enyedi, creadora de "Teströl és lélekröl" (On Body and Soul), es distinta a aquella bella ensoñación del bosque níveo, quizás opuesta. En la realidad la alfombra es roja, roja de sangre, y en la realidad los hombres linchan animales para hacerlos comida, los árboles son máquinas y los sueños algo lejano que hay que olvidar para poder trabajar. Los ciervos que se encontraron aquella tarde en el bosque se han separado a luces de distancia y ahora deben buscarse en otros cuerpos, en otras almas, tan cercanos. El matadero que dirige Endre (Géza Morcsányi) se encarga de sacrificar animales de granja para luego procesarlos y comercializarlos como carne de origen animal. Las vacas son descabezadas y su sangre derramada en el piso y en las manos de operadores impasibles. Endre es un hombre sin pasión, cuya única actividad pareciera ser el trabajo y la rutina laboral. Imposibilitado de un brazo, siente que su estado lo detiene a realizar otra vida, la de sus sueños. Cuando una nueva profesional ingresa al matadero, surge un imperante deseo de conocerla: sus ojos son la reminiscencia de algo en su memoria. El personaje de la impecable Alexandra Borbély se llama María y es la encargada de controlar la calidad de la carne del matadero. Su personalidad obsesiva y metódica, su comportamiento antisocial y restringido, y su brillante memoria la transforman en un ser atractivo y único para Endre. Ildikó Enyedi logra iniciar su película, ganadora de la Berlinale 2017, con una secuencia casi documental, en la cual la indiferencia y la objetividad crean un contexto glacial en el cuál se abrirá una historia de amor, sin romance ni erotismo. La oposición entre las fuertes imágenes del matadero y la suavidad y gracia con que se relacionan Endre y María generan en el espectador una fuerte empatía hacia ellos. El relato lentamente se adentra en su intimidad. De la gran e imponente estructura del matadero, cuna de la tortura y el sufrimiento animal, pasaremos a aquella plenitud sólo esbozada en sueños, en donde la libertad y los deseos fluyen sin condiciones. Casi por casualidad, Endre y María se enterarán que comparten el mismo sueño: ella es el ciervo al otro lado del lago, él es quien la ha abrazado. Se iniciará entonces una relación particular entre ambos. Ahora los días laborales serán distintos: un pequeño secreto se está gestando. Encuentros oníricos, fugaces y ocultos comienzan a suceder. Pero la cobardía de Endre y María para concretar los deseos que se revelan en sus sueños hará más dificultosa la conclusión. Y la realidad volverá a sangrar, como en el matadero, herida por la imposibilidad de los anhelos. "Teströl és lélekröl" es un relato delicado sobre la incomprensión de los cuerpos, esos que se encuentran y se pierden en cualquier lado, cualquier día, al azar y sin reglas, como en los sueños.

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Teströl és lélekröl [2017]


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4 comentarios:

Anónimo dijo...

MUY MUY MUY hermosa pelicula.

Gracias genio biciman!

Anónimo dijo...

Fuera de lo común. ¡Gracias!

Oxolote dijo...

Excelente, Mil gracias!!!!!

Jordi Secall dijo...

Cinematografía sin más. Lo contiene todo.