miércoles, 31 de agosto de 2011

La crisis

> Por Charles Bukowski.
Demasiado, demasiado poco, demasiado gordo, demasiado flaco, o nadie. Risas o lágrimas. Odios, amantes. Extraños con caras como cabezas de clavos. Brazos corriendo a través de calles de sangre, agitando botellas de vino, ensartando y culeando vírgenes. Un viejo en una habitación barata, con una foto de Marilyn Monroe. Hay una soledad tan grande en este mundo que puedes verla en el lento movimiento de las agujas del reloj. Gente tan cansada, mutilada, sea por amor o por no amor. La gente no es buena con los demás, los ricos no son buenos con los ricos, los pobres no son buenos con los pobres. Tenemos miedo. Nuestro sistema educacional nos dice que todos podemos tener grandes culos ganadores. No nos dijo sobre las alcantarillas o los suicidas. O el terror de una persona sufriendo en un lugar, sola, sin que la toquen, ni le hablen, regando una planta. La gente no es buena con los demás. Supongo que nunca lo serán. No les pido que lo sean, pero a veces pienso en eso. Los glóbulos fluirán, las nubes nublarán y el asesino decapitará al niño, como tomando un poco de un cono de helado. Demasiado, demasiado poco, demasiado gordo, demasiado flaco, o nadie. Más odios que amantes. La gente no es buena con los demás. Quizá si lo fueran, nuestras muertes no serían tan tristes. Mientras tanto, miro a las chicas, frescos retoños, flores de oportunidad. Debe haber una manera. Seguramente debe haber una manera que aún no hemos encontrado. ¿Quién puso este cerebro dentro mío? Llora, demanda, dice que hay una oportunidad. Él no dirá: "No".